El nuevo esquema incorpora elementos cualitativos y cuantitativos en la selección de alimentos. La pirámide tradicional de la dieta mediterránea (dm) se ha puesto al día para adaptarse al estilo de vida actual.
La nueva pirámide sigue la pauta de la anterior: sitúa en la base los alimentos que deben sustentar nuestra nutrición, y relegar a los que están en el vértice superior, gráficamente más estrechos, aquellos que se deben consumir con moderación. Pero además se añaden indicaciones de orden cultural y social íntimamente ligados al estilo de vida mediterráneo, desde un concepto de estilo de vida en un sentido amplio. No se trata tan sólo de dar prioridad a un determinado tipo de alimentos, sino a la manera de seleccionarlos, de cocinarlos y de consumirlos. También refleja la composición y número de raciones de las comidas principales.
Datos destacados:
Una o dos raciones por comida, en forma de pan, pasta, arroz, deben ser integrales ya que algunos nutrientes (magnesio, fósforo, etc) y fibra se pueden perder en el procesado. Las verduras deberían estar presentes tanto en el almuerzo como en la cena, aproximadamente dos raciones en cada toma. por lo menos una de ellas debe ser cruda. La variedad de colores y texturas aporta diversidad de antioxidantes y de sustancias protectoras.
Se debe garantizar el aporte diario de entre 1,5 y 2 litros de agua. Una correcta hidratación es esencial para mantener un buen equilibrio de agua corporal, si bien las necesidades varían según la edad de las personas, el nivel de actividad física que se realice, la situación personal y las condiciones climáticas. Además de beber agua directamente, el aporte de líquido se puede completar con infusiones de hierbas sin azúcar y caldos bajos en grasa y sal.