Definido como el conjunto de alteraciones metabólicas y vasculares que parten de la obesidad abdominal y la resistencia a la insulina (RI), fenómenos que a través de procesos inflamatorios, oxidativos y de disfunción endotelial, predisponen a un mayor riesgo de diabetes y eventos cardiovasculares.
En 1999 la OMS cambió la denominación a 'Síndrome metabólico', y estableció una definición en la que considera que hay evidencia de que la RI como el factor causal común de los componentes individuales del síndrome metabólico, aunque afectando de forma diferente a cada uno de ellos. También que cada uno es un factor de riesgo cardiovascular, pero en combinación son mucho más potentes, y que el tratamiento no debe enfocarse únicamente al control de la glucosa, si no incluir también estrategias para reducir los factores de riesgo cardiovascular.
Factores que lo componen, siendo los aceptados de forma común: obesidad abdominal (perímetro de contorno de cintura), dislipidemia aterogénica, aumento de la presión arterial, resistencia insulina, estado proinflamatorio y estado protrombótico.
Una buena utilización de los criterios diagnósticos del SM son útiles o actúan como una guía que ayude a detectar los factores de riesgo que pueden desembocar en diabetes Mellitus 2 y enfermedades cardiovasculares. De esta manera resulta una mejor herramienta clínica para la prevención y detección del riesgo de esas enfermedades.
Con respecto a los posibles desencadenantes para desarrollar los factores que conforman el SM, se consideran factores genéticos (endógenos) y ambientales como la alimentación y hábitos de vida.
Una alimentación con elevado consumo de grasas saturadas y de alto nivel calórico, junto con una vida sedentaria son factores determinantes para su desarrollo. Solo un 10% de los casos de SM tiene causas genéticas. Hay estudios que relacionan la obesidad con causas epigenéticas (como el estado nutricional durante el embarazo), lo que podría acabar derivando de adulto en obesidad.